Desde que comenzaron a proliferar los vecindarios búnker, la gente se encierra con siete llaves y ya puedes llevar en el mismo rellano veinticinco años que sigues sin conocer el sonido de sus holas.
Desde que comenzaron a proliferar los vecindarios búnker, la gente se encierra con siete llaves y ya puedes llevar en el mismo rellano veinticinco años que sigues sin conocer el sonido de sus holas.
qué cierto, siempre me quejo de eso, esa distancia que marcan cuando te ven en el ascensor o el patio, parece que les dé miedo que un día llames a su puerta y les digas: ¿me podría dejar un poco de sal?, a veces pienso que son muertos vivientes.